Justo este fin de semana celebramos un año de encierro. Primero con un confinamiento total, después con algún paseo corto y restricciones en las visitas, más tarde se permiten las visitas familiares y poco a poco recuperamos la “normalidad”.
Mientras nuestra normalidad se ve estancada por las medidas vemos como el resto del mundo comienza a girar mientras nosotros seguimos parados, incluso siendo ya los únicos vacunados de nuestro entorno. Llegados a este punto nos vemos otra vez cerrados en las habitaciones para extremar precauciones.
Y ahora, por fin, después de justo un año, el año más raro de nuestras vidas, hemos podido volver a sentarnos en una terraza a tomar el sol y degustar un buen café, que como se nos prometió hace un año, nos sabría a verdadera gloria. Ahora sí, parece que hemos vencido esta batalla.